Ojos que lloran piden emerger del
vacío que los condiciona; la vida que sigue entre ríos de asbesto, coinciden
los juglares sollozando esclavitud, maternidad. Nada por decir, sólo rosas,
negras, que quebrantan el pensamiento, lo dividen entre el querer y la razón. Somos
bastos mundos, limitados, torturados. El sentido sin sentido, cada cual, lo que
espera, el camino, la verdad, la libertad de ser y morir en medio del cesante
segundo que elegimos. Elogios ciegos, cargados de inhumanidad, esclarecen
ilusiones, reprimen las palabras. El todo y la nada devastando todo a su
alcance… Lloran una y otra vez, los ojos que cierran el círculo vicioso.